Varias veces he comentado los distintos maullidos de Pepe cuando al atardecer me cuenta su vida o el día que ha pasado, el tema exacto aún no lo he pillado.
Acabo de leer que el maullido es diferente en función del estado de ánimo, de las circunstancias propias del momento y del entorno, del temperamento de la raza del gato y también varía mucho en función de si el maullido va dirigido a otro gato, a un animal de otra especie o a su dueño. Hasta ahí ya lo sabía pero...
Cuando un gato se comunica con su dueño sus maullidos son más cortos, menos intensos, a veces casi susurros, que cuando se comunica con otro gato u otro animal.
Con ellos llama nuestra atención, nos pide comida, reclama sus mimos, muestra su desacuerdo con alguna cosa -entonces su maullido sube de tono- o, simplemente, nos hace ver que están ahí y que no debes olvidarlo.
Con la convivencia el gato aprende a adaptar y modular sus maullidos en función de las reacciones que ve que provocan en su dueño. Seguramente esta es una de las razones por las que se dice que “los gatos son unos extraordinarios negociadores” y que nadie puede resistirse a ese maullido lastimero y a esas caritas de pena que ponen y consiguen que hagamos cualquier cosa para que se pongan contentos.
Y ya que los maullidos son el lenguaje de los gatos, y que los adaptan a nosotros para que les entendamos, prestémosles mucha atención porque a través de ellos podremos identificar cuando algo no va bien o simplemente quieren algo.
Este tarde escucharé los maullidos de Pepe con más atención, a ver si pillo algo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario