... que Don Gato tuvo que dejarnos. Ha pasado muy rápido y a veces tengo la sensación de que el tiempo transcurrido es mayor.
Raro es el día en que no lo nombro al recordar alguna de sus andanzas o al observar a Pepe hacerse con todo el espacio de la casa y convertirse en el único rey del mambo.
Este piltrafilla gris, ha ocupado el cojín "anatómico" que solo ocupaba Don Gato, ha conseguido que remueva los muebles del salón para que pueda tener "su sillón" junto a mio pero mantiene las costumbres que tenía cuando eran dos; supongo es su manera "gatuna" de recordarle.
Los primeros tres días fueron muy malos para ambos. El lo buscaba, yo lo recordaba y lloraba, pero poco a poco nos hemos acostumbrado a su ausencia y ahora, a veces, me da la sensación de que nunca haya estado en esta casa.
Es una sensación rara. ¿Tan pronto olvidamos la presencia de alguien que se ha ido?... Vale, era sólo un gato, pero era MI GATO y ahora parece que no haya estado nunca. Me parece injusto, pero sé que no es así: ¡Estuvo y vaya si estuvo!...
Tengo miles de recuerdos y de anécdotas de estos más de 15 años juntos y hasta cuando veo el parquet del pasillo sin patas marcadas -a "Don Gato" le gustaba chapotear en el agua y pasearse dejando sus huellas por todos lados-, o la encimera reluciente -donde se echaba a dormir-, me acuerdo de lo trasto que era y de como llenaba la casa.
Pepe es un cielo, y cada día es menos rarito, pero nunca será lo alegre, pesado -muy pesado- y gamberro que fue Don Gato. Mejor así. El otro era agotador y yo ya no estoy para tantos trotes.
Un besazo Don Gato. Tranquilo, no te olvidaremos, como no he olvidado a Puck.
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