Mey, que siempre sale de refilón salvo en su reencuentro con "Papi", también está encantada con su nueva casa; tan encantada está que los ojos le hacen chiribitas al ver el jardín, las plantas y lo grande que es su nueva residencia de gata -pura raza- importante y seria.
Lo único que le molesta son las escaleras que tiene que subir hasta la habitación, pero las terrazas y el jardín lo compensan todo, por eso ha dejado de decir "me voy" constantemente.
Baldomero, ya ha revisado hasta el último rincón de su nueva casa, lo tiene todo bajo control y, como está todo controlado, se dedica a hacer lo que más le gusta, que es... pero eso lo escribiremos otro día.
¡Hoy le toca a Doña Mey, a su total encantamiento residencial y sus ojitos que hacen "chiribitas".
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