Si no se ha tenido nunca un gato, nunca nadie podrá imaginar lo exigentes y puñeteros que son con la alimentación. Y cuanto más miramientos tienes con sus caprichos, peor todavía; entonces se convierten en ilimitados.
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De pequeños se lo comen todo, son auténticas limas, pero según van viendo que tienen la comida asegurada, empiezan sus exigencias: "Huyy, pienso Advance de pollo... pues hoy quería el Iams de pato"..., "Sobrecito de salmón... puagg, hoy me apetece el de sardinas"..., etc.
Y así, poco a poco y día a día, vamos llenando una depensa que cada vez se parece mas a la sección de animales de El Corte Inglés, pero que, pese a eso, un día determinado no tiene el "potito" apetecido por el señorito.
Y así, poco a poco y día a día, vamos llenando una depensa que cada vez se parece mas a la sección de animales de El Corte Inglés, pero que, pese a eso, un día determinado no tiene el "potito" apetecido por el señorito.
No digamos si encima comen alimentos frescos, como es el caso de Tulito... Entonces si le hacen pollo quiere pescado, si es pescado quiere "potito" y si es carne prefiere irse a comer hierba. Eso si, al sobrecito de sardinas marinadas nunca dice no.
Se cansan de todo y si los tenemos supermimados como estaban Chinito y Gato-papá y lo están ahora Tulito y Pepe, "la hora" de las exigencias pueden acabar con nuestra paciencia que con ellos es larga, muy larga, y está claro que nunca se acaba. Eso lo aprenden pronto.
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