¡Ya está bien de decir que soy rarito! No soy raro, ¡SOY EDUCADO Y BUENO!
No pisoteo los mármoles de la cocina, no me tumbo en la encimera para que haga "pi, pi, piiiii", no hago montañas con las fundas de los sofás, no tiro los cojines al suelo, no le piso el pelo cuando duerme, no rompo nada, no destrozo las plantas, no me paseo 400 veces veces por delante de la pantalla del ordenador, no deshago la cama para meterme dentro, no me cuelo en el armario y tampoco me meto a cacharrear en la fregadera. Eso, entre otras muchas cosas -trastadas- que hacía Don Gato y que a mi ni se me ocurren.
No pisoteo los mármoles de la cocina, no me tumbo en la encimera para que haga "pi, pi, piiiii", no hago montañas con las fundas de los sofás, no tiro los cojines al suelo, no le piso el pelo cuando duerme, no rompo nada, no destrozo las plantas, no me paseo 400 veces veces por delante de la pantalla del ordenador, no deshago la cama para meterme dentro, no me cuelo en el armario y tampoco me meto a cacharrear en la fregadera. Eso, entre otras muchas cosas -trastadas- que hacía Don Gato y que a mi ni se me ocurren.
Solo exijo mis potitos cuando me apetece y mi hora de mimos y tonterías cuando cierra este cacharro y se pone a ver la tele o cuando nos vamos a la cama y me conformo con 10 miserables minutejos de sobos y palabrejas raras. El resto del día, poco empreño o nada.
Lo reconozco, soy muy desconfiado y algo miedoso, no me gustan los extraños, pero a ella tampoco y no me paso el día poniéndola a parir. ¡He dicho!
PEPE
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