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domingo, 16 de junio de 2013

GATOS: VIAJAR EN AVION

El pasado viernes, a Berto, uno de los gatos -el alemán- de esta familia bloguera, le dio un desmayo en el aeropuerto de Berlín. Como obligan a sacarlo de la bolsa, no vaya a llevar un bomba en la cesta, al pobre de dio un ataque y se desmayó. El susto que se llevó su dueña fue mayúsculo. Menos mal que se recuperó y ahora ya está estupendamente disfrutando de su nueva casa en España, lejos de los fríos alemanes.

Este suceso me ha hecho recordar los problemas que acarrea viajar con un gato y como debemos prever ese viaje.
 
En principio cuando planifiquemos el vuelo, escogeremos  un vuelo directo, sin escalas para reducir el estrés de nuestro gato. También evitaremos viajar durante las horas más cálidas o las más frías del día, ya que la termoplejía es una causa frecuente de muerte de animales de compañía. Los gatitos menores de tres meses y las gatas gestantes no deberían volar.
 
Antes de comprar el billete de avión, consultaremos las condiciones de transporte de la compañía aérea, pues las hay que no permiten volar con ningún tipo de animal y otras que obligan a llevarlo en bodega.
Escogeremos de preferencia la compañía que nos permita volar con nuestro felino amigo en cabina, ya que así podremos controlar nosotros mismos las condiciones de su viaje en todo momento. Los gatos de hocico pequeño, tipo persa, nunca deberían viajar en bodega debido a sus dificultades respiratorias.

Asimismo, el transportín debe ser lo más grande posible pero tiene que caber debajo de un asiento del avión: cada compañía nos facilitará las medidas exactas. También debe ir perfectamente identificado con nuestros datos de contacto en lugar visible. Es muy recomendable rociar el transportín con "Feliway" antes de empezar el viaje, eso relajará a nuestro gato.
 
No debemos alimentarlo durante las tres horas anteriores al vuelo para evitar vómitos.
No obstante, podemos ofrecerle un poco de su comida preferida durante el vuelo para ayudarle a tolerar mejor el viajecito en la jaula. Además es imprescindible, más que aconsejable, que tenga agua a su alcance ya que el ambiente de los aviones es extremamente seco.
 
Sin cumples con todos estos requisitos, y no te encuentras a un imbécil en el control de pasaportes y acceso a embarque, tu gato tendrá un viaje -dentro de lo que cabe- placentero y tranquilo. Tú también.

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