Cuando un gato se hace mayor se vuelve tranquilo y bastante vago. Todos menos Pepe que es vago desde un cumplió un año, o puede que hasta antes.
Tulito, también, siempre ha sido un gato tranquilo, pero lo de ahora no tiene nombre y su obsesión menos.
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No mueve el trasero del cesto salvo por la obligadas visitas al arenero y estoy convencida de que, si se lo pusiesen en la mesa, seguro se inventaría alguna postura rara para mantener el contacto con el cestito de sus sueños, nunca mejor dicho, porque se pega unas panzadas a dormir...
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